Chica-burka.


     No le deja ni a sol ni a sombra. Está "abducida". Parece un zombie. No es como antes: alegre, divertida, entretenida. Le falta chispa en sus ojos. Ha cogido el primer tren que ha pasado. No quiere ver más, buscar más. Se conforma, se resigna. Agacha la cabeza y asiente. Puede que ya haya habido amenazas o contacto, o algún empujón. Ahora es un control sutil, sicológico. Control con la mirada, con el gesto, con una mala cara o contestación. Pero ella le quiere. Es su hombre, solo para ella. Y le protege. Daría su vida por ella. Estará con él toda la vida. Será el padre de sus hijos, que alimentará y educará. No necesita buscar más. Ha encontrado su hombre. Otras no tendrán la misma suerte. Si le pega es porque le quiere. Si le amenaza es porque le protege. Si no le consiente es porque tiene celos, y eso en el fondo le gusta, porque es una prueba de amor. Es una chica-burka. Ya no está para nada ni para nadie. Tiene 15 años pero ya ha dejado de vivir.



25 de noviembre, día internacional de la Violencia de Género.

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