El Cascanueces versión “famoseo televisivo”.

El Cascanueces versión “famoseo televisivo”

El día amanecía radiante. Todo está preparado. Toñi había recortado las últimas estrellas de goma-eva de plata brillante para el disfraz de ruso. Cheyenne había comprado un saco de chuches. La corona del Hada de Azúcar y su varita mágica, pegada el día anterior mantenía un aspecto real, y la del Rey Ratón, que guardaba Concha, ceñida en la cabeza de Pedro, le daba el porte perfecto, aunque su máscara no le dejaba ver nada, y había que arreglarla.

La peluca de la señora Droselmeyer, un pelucón graciosísimo de Toñi parecía una pelota de saco en la cabeza de Marisol; el traje del Cascanueces, perfectamente conseguido por Toñi, marca de la casa; la tarta de gominolas, que ofrecía un aspecto dulce y voluptuoso al mismo tiempo; marionetas de papel, guiñol de Elvira, monitor de TV, sillones, sonido, cañones de luz y de video, micros, cajas para el arlequín y para el cumpleaños de Clara, orejas de osito, corcho blanco en forma de piruletas y caramelos, faldas de “aserejés”, kimonos, cochecito con mando teledirigido, y cascanueces de juguete, espadas, cuerda para el arlequín, vestidos tintineantes para las “shakiras”, pieles blancas de la estepa rusa… Todo estaba preparado.

Aún así, tengo el estómago apretado, lugar donde los nervios residen y no te dejan hasta que acaba la tensión. Habíamos ensayado de sobra los bailes y los diálogos, se había representado en el colegio de Purias, teníamos que cambiar el guión y adaptarlo a la primavera, por lo que desaparecía el abeto iluminado rodeado de bolas brillantes  y el ambiente navideño.

-Es que no apetece; -No pega “el Cascanueces” en mayo; -No hay ganas, maestro. Con esta actitud afrontábamos la obra. Los actores veían peligrar su tiempo de estudio para exámenes, y el esfuerzo que les pedía el maestro no lo llegaban a asimilar del todo.

La negociación, como no pudo ser de otra manera, fue tensa. Ya estaba la representación casi clausurada, enterrada y finiquitada. -¡No pasa nada! ¡Una mata que no ha echado!

Hacía falta un aliciente, una motivación extra. Una idea genial lo cambió todo. ¿De quién fue? ¿De Ángel? ¿De Marisol? Lo cierto es que transformó el hastío en energía y la desgana en ilusión. –¡Vamos a poner al Cascanueces en un plató de televisión y los personajes van a participar en Tu Cara Me Suena! Si Tchaikovsky levantara la cabeza... Dicho y hecho.

El colegio está en la zona norte del casco urbano de Lorca, cerca del castillo. Desde el autobús que nos lleva cruzamos entre riscos y peñascos. Es un barrio marginal, donde corre el rumor que los niños son terribles. Centro de difícil desempeño, como dirían algunos. -¡Vaya, pensé! ¡Los niños son niños en todas partes!

Después de media hora larga de montaje de escenario, todo estaba preparado. Los fallos, que los hubo, no enturbiaron la representación. ¡Adelante! ¡Empezamos!

Las dos representaciones que realizamos se nos pasaron muy rápido. Era casi como una atracción de feria, que te lleva, a velocidad de vértigo, y que no puede parar. Las chuches encendieron la mecha. Los actores dieron golosinas al ir apareciendo, ya que era exigencia del guión: hada de azúcar, ositos gominola, lollipop, país de los dulces… Los niños se lanzaban a por los chupachups, y formaron un poco de barullo. Y durante las coreografías, que al principio se pensó que se realizara alrededor de los niños,  resultó imposible ya que achuchaban a las bailarinas, cosa un tanto comprensible, pero agobiante, por lo que tuvieron que continuar en el escenario.  Los maestros del colegio nos miraban y sin palabras nos pedían disculpas. El maestro de música me ordenó que se dejara de dar chuches, y algunos maestros tuvieron que ponerse de seguratas delante del escenario.

¿Repetirías la experiencia? ¡Por supuesto! Me quedo, como decía Paco López, con las caras de los críos, asombrados y entusiasmados ante ¡actores y actrices de verdad y bailarinas que han ido a su cole! ¡Y han organizado bailes y han repartido chuches…! Me quedo con la satisfacción de los alumnos y alumnas de 4º que han disfrutado y sudado de lo lindo, pero con la idea de que vamos a dar y recibimos más. Me quedo con el agradecimiento de los maestros del colegio San Cristóbal y con la última decisión del grupo de 4º: ¿actuamos? ¡¡Actuamos!!



Francisco Amós Tomás Pastor




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