Cuentos de la Noche de San Juan

IESO Sierra Almenara
Curso 2016/17
Alumnos y alumnas de 3º de ESO



EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad,
 por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...”
vio un gran pájaro en lo alto del árbol. Se quedó mirándolo. El pájaro no se había percatado de su presencia hasta que pisó una rama que había en el suelo. En ese momento se quedó quieto. No sabía qué hacer. El pájaro lo miraba fijamente. Él también lo miraba, mientras se iba alejando poco a poco sin quitarle la vista de encima. Cuando estaba lo suficientemente lejos, salió corriendo y tropezó con otro árbol, más grande todavía. Notó otra vez esa brisa inesperada. Era el pájaro de nuevo. No se separaba de él.

            Llevaba en la mochila una bolsa de patatas y se puso a comérselas. El extraño pájaro se puso a su lado y parecía que quería de esas patatas. Le dio unas pocas y terminó comiéndose toda la bolsa.

            Mientras que comía le dio tiempo a observar detenidamente a esa extraña ave. Era un pájaro grande, pero no parecía peligroso. Con cuidado intentó acariciarlo. El pájaro no se mostró a la defensiva, y se dejó tocar.

            Ya era tarde y el muchacho se tenía que ir. Antes de irse se despidió de su curioso amigo. Nunca olvidará esa noche. A partir de esa noche, durante todas las noches de San Juan, siempre salía a dar un paseo por la huerta cercana para volver a ver al pájaro. Nunca olvidará aquella noche de San Juan.



Álvaro Segura Giménez       3ºB





EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad,
 por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla 
y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...”  
de repente me encontré a un grupo de niños cuya intención era que se cumplieran sus promesas, como bien decía la leyenda de aquella noche. Bajo este árbol comenzaron uno por uno a recitarlas todas con la mayor esperanza posible.

            Yo, que no creía en que todo fuera capaz de cumplirse, huí de allí, por la mala espina que me transmitía el ritual con el que transcurría el acto, e intenté llegar lo más rápido posible de entre la oscuridad de la noche al primer lugar que estuviera seguro y tranquilo.

            Pasado un tiempo, empecé a notar una melodía un tanto extraña que cada vez se iba acercando más y más hacia mí. Me asomé por un hueco que había en una pared y pude ver a unos hombres vestidos de blanco que parecían planear algo siniestro.

            Sin querer, pisé una rama seca, y con el ruido que provoqué, se dieron cuenta de mi presencia y empezaron a perseguirme.

            Todo acabó cuando desperté, y me di cuenta de que todo era un sueño…



Ana Belén Alarcos Sánchez             3ºB






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad,
 por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla 
y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y
 se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...”
 le pareció ver a alguien. Marta, –que así se llamaba la joven-, apartó la mirada y cuando volvió a mirar ya no vio nada. Siguió caminando hacia la playa. Allí escuchó una voz que le llamaba. Cuando miró, tampoco vio a nadie, por lo que decidió volver a casa. Estaba muy nerviosa, y cerró la puerta con llave.

            Se puso a ver la tele pero le sobresaltaron unos ruidos que venían de su habitación. Muy asustada, subió y lo que se encontró no se lo esperaba. Allí, justo enfrente de ella, estaba su abuela, fallecida un mes antes.

            Marta comenzó a pensar que estaba alucinando, pero cuando sintió una mano sobre su rostro, se tranquilizó. Abrazó a su abuela y hablaron largo rato, hasta que le dio un abrazo de despedida.

            Marta se quedó dormida, y cuando despertó a la mañana siguiente, pensó que todo había sido un sueño, y todas sus dudas se disiparon cuando vio junto a su mesilla de noche un collar que era de su abuela. Marta comprendió que todo había pasado de verdad, y su estado de ánimo cambió radicalmente. Desde ese día  no dejaba de desear que llegase la noche de San Juan para volver a ver a su abuela.


Carmen Torres Caro                       3ºB



EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...


una sombra con forma de mujer se acercó a la muchacha. Esa figura tenía el pelo color anaranjado y piel azulada. Levantó a la joven con su mano y sopló sobre su cara inocente -pero su mente llena de preocupaciones-. Al instante se llenó de ideas bonitas y cautivadoras.

La figura de mujer anduvo por el suelo verde entre los pequeños arbustos, y le acompañaba una brisa seductora. Llegó hasta la playa. Sus ojos azulados ahora eran blancos, reflejados por el claro de la luna. Continuó hasta notar sus pies húmedos por el mar al sumergirse en él. Sus cabellos color negro cambiaron a un extraño dorado. Su piel clara empezó a romperse y a escamarse.

En esto, la muchacha descubrió una luz en el fondo de la playa y despertó con gran espanto y susto en la arena de aquella maldita playa. Múltiples hogueras ardían en la fugaz noche, y alrededor algunas personas danzaban. El espectro de mujer estaba en el interior de la hoguera, gritando con agonía, y sufriendo, pidiendo ayuda desesperadamente, mientras intentaba escapar de las llamas.

La joven no se lo pensó y saltó hacia ella para salvarla. Notó cómo la mujer caía en sus brazos y las llamas parecían helar su cara y cuerpo, hasta cerrar los ojos y solo ver un cielo estrellado junto a esa mujer.

Gracias, pequeño astro”, dijo con voz entrecortada. “Sueña y descansa”. Frente a la hoguera reposaba el cuerpo de una joven suicida e innumerables personas sollozaban ante ella.



Gemma Hernández López   3ºA




EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vio como un gran manto de humo cubría el cielo estrellado. El humo salía de una gran fogata, en la que la gente quemaba cosas, -“como si sirviera de algo”-, se decía. Se dio la vuelta para ver el resto del paisaje, y, al otro lado vio una amplia playa. No era normal ver a la gente pasar, pero la luz de las lámparas de la gente se reflejaba en el agua, y se veía mucha gente bañándose .

            Decían que daba buena suerte, pero él pensaba que era una chorrada. Bajo el árbol se encontraba una niña arreglada para la ocasión. Él bajó, y juntos se dirigieron al lugar de las fogatas. Él no creía en todas esas leyendas, pero fue, ya que la niña había ido a buscarle para no ir sola.

Las fogatas estaban repartidas en grupos. Llegaron a la fogata en la que se situaban las familias de ambas personas. Todas estaban muertas.



Mario Martínez Sánchez     3ºA




EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vio una silueta desconocida que empezó a bajar por las ramas del árbol. El chico, asustado por no discernir de quién se trataba, no se le ocurrió hacer otra cosa que preguntar: “¿quién anda ahí?  La tenue sombra contestó: “No te asustes”.

Apareció un joven deslizándose por el tronco del árbol, y este otro se calmó. Era un chico un poco más alto que él, con pelo largo y una amigable sonrisa.



Marina García Pérez                        3ºA





EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
se encontró un hermoso búho posado en una rama llena de flores azuladas muy curiosas. Nunca había visto esas extrañas pero hermosas flores. Lo que más le llamaba la atención era que nunca las había visto, ya que ese árbol, al que siempre visitaba, solo le brotaban flores color dorado. A pesar de la confusión, se sentó bajo el árbol, admirando el bello paisaje frente a él.

            De pronto, el mar empezó a volverse salvaje, como si una tormenta acechara al aparecer de la nada. Lo curioso era que el cielo estaba estrellado, sin ninguna nube oscura a la vista. Extrañado, se levantó y se acercó a la orilla, cuando un destello diminuto lo deslumbró desde el suelo, por el rabillo del ojo. Confuso, se acercó a ese haz de luz, encontrándose con un refulgente collar de plata, que tenía una inscripción grabada en letras de oro.



María Costa Fernández       3ºA



EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
varias hojas empezaron a caerse. De pronto apareció un búho grande y con unas plumas preciosas. Como no tenía nada que hacer, saqué una libreta pequeña que llevaba en el bolsillo del pantalón, y un lápiz, y empecé a dibujarlo. El búho no se movía, con lo cual me era fácil pintarlo. El dibujo era muy realista, lo que me resultaba raro, ya que no dibujaba demasiado bien. Entonces se volvió a levantar una brisa y el dibujo ¡salió volando, justo cuando lo estaba acabando!

            Salí corriendo detrás de él, pero éste cayó en una hoguera. Volví al árbol, pero el búho había desaparecido.



Lucía del Carmen Soler Escámez   3ºA





EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
me quedé pensando un buen rato. Me di cuenta de que quería que muchos deseos se cumplieran, pero tenía la seguridad de que eran mitos estúpidos. Las buenas notas, tener por siempre salud, encontrar una persona a la que querer… Básicamente, tener una vida maravillosa. Cuando volvía a la realidad, una brisa chocó contra mí y mi piel se puso de gallina. Pensé y pensé. Sentía mucha soledad, pero decidí volver y pasar la noche con mis amigos, porque como me dijo una vez un sabio, “la vida se pasa en dos días”.




Lorena Pelegrín Urbano     3ºC






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vi un animal muy grande entre los matojos. Me pareció ser un gorila, pero cuando fui acercándome hacia el animal, vi que era una majestuosa águila real. Se abalanzó sobre mí, pero el animal no fue a hacerme daño, porque se tiró a un pequeño conejo que había agazapado justo al lado de mi. El águila se lo llevó volando.

Jhonatan Martínez Jerez     3ºC




EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
ojeó a su alrededor todos los árboles y la tranquilidad que allí había. Ízan estaba ensimismado, mientras miraba el horizonte, y una fresca brisa le rozaba la piel. Se tumbó en el suelo, observando el manto de estrellas que bañaba el cielo.

            Minutos después cerró los ojos, como si el intentar dormir quisiera, sin darse cuenta de que alguien le observaba detrás del árbol. Era una chica. Era muy bella, rubia, de mediana estatura y con el pelo liso. Vestía un pantalón negro y una camisa blanca. La chica se llamaba Taylor, y mientras que lo observaba, se le escapó una tos.

            Izan se levantó asustado, cuando de repente se gira y ve a esa chica que lleva tiempo esperando que se le acercara. Cuando la vio no pudo ni decirle una palabra. Era esa chica de la que él estaba enamorado desde pequeña. Sí. Ella era Taylor.

            Cuando ella se fue acercando a donde él estaba, se sentó y a un paso más le siguió él. Los dos miraron el cielo y a la gente que estaba a lo lejos durante un largo rato. Aunque mutuamente no se dieron cuenta, a veces caían miradas, de él para ella y de ella para él.

            Taylor e Izan empiezan a hablar. Tiempo después, alrededor de treinta minutos, comienzan a conversar de temas más íntimos, hasta llegar a una conversación de pareja (quién le gustaba a cada uno). Y ese es el momento en el cual se dan cuenta de que se gustan. Desde ese momento su relación cambió. Se veían casi todos los días, salían juntos…

Después de todo el tiempo, acabaron unidos para siempre.



Inmaculada Serrano Navarro        3ºA






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vio algo asombroso: unas hadas le contemplaban impacientes, esperando que les dijera algo. Entonces el chico se frotó los ojos, pensando que era un sueño, pero se dio cuenta de que no, que esos pequeños seres que estaba viendo sobre las ramas del árbol eran reales, eran tres, cada una con su peculiaridad. Había una de color morado: era el hada de la amistad, que venía a traerle un mensaje. Le dijo que dentro de poco conocería a una chica, que sería su amiga para siempre. Otra era de color rojo. Era el hada del amor, y le dijo que esa amistad se convertiría en algo más. Otra era de color verde: era el hada de la esperanza y le dijo que mantuviera la esperanza en encontrar a esa chica, que tarde o temprano aparecería.

            El chico no se creyó nada, puesto que no creía en sí mismo. Se sentó en el tronco del árbol y comenzó a llorar. De repente, alguien le tocó el hombro. Era una chica, morena y de ojos azules. Se llamaba Aurora. Tras ella había un haz de luces de colores. De color morado, rojo y verde. En ese momento, el chico comenzó a creer en el amor y en las hadas, puesto que sus tres pequeñas hadas madrinas le ayudaron a encontrar a esa chica.

            Pasados diez años seguían juntos y tuvieron dos hijos preciosos. Aquella noche fue especial para los dos, ya que, allí, bajo aquel árbol, se forjó un amor eterno.



Malika El Achari Cueto        3ºC






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vio a gente que iba a la verbena. Él se quedó en el árbol. Después de un rato allí vio a una mujer muy tapada y encapuchada, con un toque siniestro. Él se quedó mirándola y se puso a seguirla. Vio que se metía en el bosque. Estaba un poco asustado, pero le siguió porque la curiosidad que tenía era mayor que su miedo. Después de un rato vio que la mujer se acercó a una luz.

Él se aproximó con miedo pero sobre todo con mucha curiosidad. Miró y se quedó estupefacto. Vio una especie de reunión de seres pequeños. La mujer se quitó los trapos y adivinó que era otro ser pequeño, seguramente un hada. Hablaban entre ellas sobre los deseos que tenían que cumplir.

            El joven se tropezó y las hadas lo descubrieron y se asustaron. Él quedó inmóvil en el suelo y las hadas agitaron su varita.

Él apareció de repente en su cama.




Adrián Sánchez García        3ºC





EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
de pronto la luz de la luna no estaba, casi no se podía ver. No sabe qué había pasado. Entonces va a contarle a su madre, que cree que está en su casa, lo ocurrido.

            Cuando entra en casa descubre que no hay nadie. No se asusta, porque piensa que estarían en las hogueras. Pero llega a la plaza y no ve a nadie. Las hogueras arden y nadie está allí. Asustada, coge su teléfono y llama a su madre. Pero no lo coge.

            Desesperada, se queda deambulando por el pueblo, y descubre que no hay rastro de nadie. Se va a su casa y busca por internet.

            En una página encuentra que las antiguas leyendas decían que si el día de San Juan la gente desaparecía era porque alguien no lo estaba pasando bien. Entonces lo entendió, y buscó cómo solucionarlo.

            Cogió un papel y escribió los nombres de las personas desaparecidas, y luego lo quemó en una hoguera. Al poco tiempo todo el mundo apareció en la plaza, y su madre también.

            Notó unos golpes en el hombro. Se había quedado dormida debajo del árbol. Todo había sido un sueño.



Sonia Ponce Mula     3ºB






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
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el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y... 

notó que se movían lentamente. Sintió que el suelo se movía también por lo que se quedó alucinado con lo que estaba pasando. El árbol se movía cada vez más y más. Pasaron unos segundos, y el árbol se despegó del suelo. Debajo del árbol había un hada con largas alas y un vestido brillante de color dorado. El chico se quedó inmóvil en aquel impresionante instante. El hada se quedó mirándole a sus ojos durante unos segundos, y con un breve susurro le transmitió su mensaje. Le dijo que era una noche especial, y que no debería de estar ahí. Le dijo: “tienes que ir a tu casa a por todas las cosas que no quieres y las debes quemar en una hoguera”. El hada hizo volar sus alas y salió entre ellas un polvo brillante. Le dio un beso en la mejilla y se volvió a esconder debajo de aquél árbol.

El chico fue corriendo a su casa y cogió todas las cosas que deseaba quemar y fue donde estaban las hogueras y quemó allí todo. El chico encontró el amor después de aquella noche, con una chica idéntica al hada.



Sahma El Ati Allah    3ºC






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LA NOCHE DE SAN JUAN

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a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...

vio a un niño subido en una de las ramas, apoyado en el tronco del árbol. El niño estaba comiendo manzanas, y, al parecer, no se dio cuenta de su presencia. “¡Chico, ¿qué haces ahí?”, le preguntó. El niño ni siquiera le miró. Poco a poco fue bajando del árbol, y se fue.



Rosa María Pérez Díaz         3ºA




EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
vio un niño sentado en una de las ramas más débiles del árbol. Estaba empapado y tiritando. Le pidió que bajara del árbol y le prestó su chaqueta. El niño llevaba los ojos inundados de lágrimas, y la chica quiso saber qué le pasaba. Tras varias horas hablando, el niño le dijo que era la primera noche de San Juan que pasaba sin sus padres, porque habían fallecido. Se encontraba solo y no tenía con quién celebrar esa noche. La chica se conmovió tanto con la terrible historia de este niño que le propuso hacer una hoguera y quemar todos sus deseos para que se cumplieran el próximo año.

            Después de una noche llena de recuerdos, la chica le prometió al niño que lo llevaría a vivir con ella y no lo abandonaría nunca.

Hoy en día sabemos que siguen cumpliéndose todos los sueños que se prometieron esa noche.



Rocío Torres Gallego            3ºC






EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
observé que entre las ramas de aquel árbol yacía una paloma blanca que llevaba en el pico una rama de olivo. En ese momento salí de aquel árbol corriendo hacia donde estaban mis amigos quemando muebles como en la tradición ancestral. Cogí a mi amigo Rodolfo y le dije que fuéramos a aquel árbol tan siniestro. A Rodolfo se le pusieron los pelos de punta al contarle el hallazgo.

Llegando hacia aquel extraño árbol, volví a sentir aquella brisa que peinaba mis rubios pelos, y asustado miré hacia arriba y pude apreciar cómo el árbol empezaba a cobrar vida.

Nos cogió suavemente a los dos entre las ramas y nos llevó hacia la orilla de la playa.



Francisco Parra Santos        3ºC





EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
LA NOCHE DE SAN JUAN

“Esa noche no tenía ganas de salir 
a la verbena que se celebraba en 
el pueblo. Y eso que era la fiesta 
más grande del año: la Noche de 
San Juan. No estaba alegre y le
 preocupaban los exámenes que 
llegaban pronto. Quería soledad, 
por eso, en vez de ir a la plaza 
central, donde estaba toda la bulla
 y las hogueras, salió a pasear por la 
huerta cercana. Había luna llena y 
se veía todo muy bien, con esa luz 
azulada del mes de junio. Cuando 
llegó al árbol más grande, que 
conocía bien, notó que se 
levantaba una brisa inesperada. Levantó la mirada hacia las ramas y...
se encontró con una mujer de mediana edad, que se parecía mucho a ella. La mujer, sin embargo, le había reconocido enseguida su condición de adoptada. Se asustó y se fue rápido, pero la misteriosa mujer la siguió y de repente gritó su nombre, lo que hizo que ella se asustara y se quedara allí parada.

            La mujer la alcanzó y le dio un fuerte abrazo. Le contó que era su madre biológica, contándole toda la historia de su adopción. Y cayó desmayada por la emoción.

            Y hoy despierta muy asustada y recuerda ese sueño tan real con el que sueña cada año, en la misma noche de San Juan.



Mª Huertas Sánchez            Campos          3ºB





Comentarios

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