Blog del abuelo.

20 mayo 2020
Recuerdos para la Historia familiar:
17, domingo, San Pascual. Todo se borra este día con la muerte de mi cuñado Roque. Muerte esperada por la grave enfermedad que padecía, pero que nadie quería ni creía que llegara. Estaba internado en la Arrixaca de Murcia, donde tenía el destino final de su existencia.
Fuimos a Jumilla, Tanatorio “Santo Ángel”, donde estaba su cuerpo sin vida, acompañado por su mujer, sus hijos y algunos primos y amigos. Luego llegó Francis. Lina y yo subimos a Santana donde esperaban Pascual y Miguel con una avería inesperada: no había luz en la casa.
Decidimos volver a Murcia a dormir y regresar al día siguiente al entierro. Y así se hizo. Tres coches fueron y tres volvieron. Yo pensaba: “¿A dónde te fuiste, cuñado, que dejaste sola tu casa? Nadie lo sabe, pero estarás en alguna parte. Antes hablabas, reías, andabas…, y ahora, “la casa vacía”.
¡Quién pudiera saber a dónde has ido, con quién estás y por cuánto tiempo! Pero te llevas el secreto, como tantos que te precedieron.  Ni a tu hermana y a mí, que quedamos de las dos familias.
18, lunes. Con Francis, en su coche, volvemos a Jumilla temprano. La “casa vacía” del tío Roque, nos espera en el Tanatorio. Lo despedimos en la iglesia del Salvador. ¿Lo despedimos? ¡Si no sabemos dónde está! Despedimos su cuerpo, que lo llevan al cementerio. “Adiós, cuñado. ¡Quién pudiera saber dónde te encuentras!”.
En el viaje de vuelta a Murcia, me preguntaba dónde estarías escondido y me pareció oírte decir asombrado: “¡Qué hermoso es esto, pijo!”. Y hasta ver una multitud con tus padres y tu hermano a la cabeza, que corrían a recibirte. Entonces reparaste en mí y me dijiste: ¡Cuñado, dile a mi hermanica, a mi mujer y a mis hijos que no se preocupen, que he llegado bien!         
                              Francisco Tomás Ortuño

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