La revolución de las chanclas.

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    Podría empezar este blog poniendo por título La generación a la que nunca le han dicho no. O también serviría el título: Piensa con la cabeza, mejor que con los pies. Quizás valdría este: La revolución de las chanclas. Es una reflexión acerca de la indumentaria que se debe llevar en un Centro Educativo. Me refiero concretamente al calzado. Está claro que para Educación Física hace falta llevar unas deportivas. Pero, ¿y para el resto de las asignaturas? ¿Vale todo? Algunos alumnos son de la opinión de que se puede ir a clase con chanclas, porque es más cómodo. Y aquí viene la discusión. El profesor intenta educar, no solo en su materia, sino a nivel general, a la personalidad del alumno. El profesor intenta inculcar una serie de valores para que el niño/a de 12 años con el que se encuentra a su llegada, salga después de cuatro o seis años, como un joven responsable y con criterio propio. En el instituto estamos no solo para aprender conocimientos, sino también a aprender a convivir. El profesor colabora con los padres en educar y en saber comportarnos. Por eso no es correcto, por ejemplo, quitarse el calzado en clase, estar con una gorra o con la capucha de la sudadera puesta, bostezar, gritar, eructar, tirarse pedos, quitarse la cera de las orejas con la capucha de un bolígrafo o un palito, chupar un palo de regaliz, comer chicle (sobre todo en las clases de música), rascarse los genitales, meterse el dedo en la nariz, o comerse los mocos.

 

    Todo esto es a lo que los profesores nos enfrentamos diariamente, y a lo que pacientemente procuramos evitar con indicaciones y mucho cariño (y con la ayuda y colaboración de los padres). Igual que se debe decir por favor o ¿se puede? Cuando se entra a clase si el profesor está dentro, o hay que pedir permiso al profesor para salir de clase, por ejemplo. Así, uno no se puede ir de clase sin permiso, porque sois menores de edad. Porque es el profesor el responsable de vuestra seguridad y custodia. En el aula, la autoridad es del profesor, no del alumno.

 

    Las chanclas en el instituto no son un calzado adecuado para acudir a clase. El uso de las chanclas puede provocar malos olores y con el calor podéis necesitar ir sin calcetines (¿por qué no?). Las chanclas se desprenden fácilmente del pie y se pueden utilizar para otros fines, como, por ejemplo, pelota de fútbol, como arma arrojadiza, como objeto para hacer tropezar… (¿por qué no?).

 

    Las chanclas están perfectas en casa, en la playa, en la calle en verano, para ir a rezar a la mezquita y descalzarse rápidamente, pero no para ir a clase. Es también una cuestión de gusto. Ir con chanclas va contra el buen gusto. ¿Has visto a algún profesor ir con chanclas? No veo a ninguna chica con chanclas. ¿Por qué vamos a ir los chicos peor vestidos que las chicas? Tú no irías a una Graduación en chanclas, o a una fiesta de Nochevieja en chándal, aunque fuera más cómodo. ¿Qué dirías si empezamos a ir a clase en bermudas o las chicas en bikini?


    No hace falta que estas normas estén escritas. Son normas de convivencia, de educación. Vamos a estar cómodos en clase, pero hasta un límite. No puedo poner los pies sobre la silla de delante, no puedo venir en pijama a clase, aunque a algunos les parezca gracioso y hasta cool. Vamos a dejar las chanclas en casa y venir a clase para aprender a saber estar con los demás, centrándonos en nuestra tareas como estudiantes, que es lo que toca.


Nota. Al día siguiente me pregunta un alumno: "profesor, ¿tú eres el profe que no dejas llevar chanclas?". Y el que estaba al lado se toca sus zapatillas deportivas: "Así, así". "Mira, para tocar bien la batería, debes llevar zapatillas deportivas, porque si no, se te escapa el calzado al pisar el pedal del bombo", le contesté, con mucha paciencia. Es el día a día.

 

Francisco Amós Tomás Pastor. Profesor de Música del IES Gil de Junterón (Beniel - Murcia)

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