La música clasica y los niños.

Ante un primer encuentro con la música, tanto los adultos como los niños, podríamos sentir unos deseos imperiosos de salir corriendo y dejar atrás a todos esos compositores con sus pelucas, pensando equivocadamente que hemos topado con algo aburrido e inútil, en nada comparable con los Smartphone, las consolas o las películas de acción.

En ese momento somos desconocedores aún de todos los buenos valores y sentimientos que la música transporta y transmite a todos los que aprenden a escucharla, valores y sentimientos que pueden ayudar mucho a los niños que están empezando el camino de sus vidas. Este aprendizaje sólo requiere que la amistad entre los niños y la música comience con cautela, paciencia, sin obligaciones, como toda buena amistad. De esta labor somos responsables los padres y educadores. La aproximación a la música debe iniciarse como un juego, una diversión, tratando de vincular la escucha de la música con las actividades de las que los niños disfrutan. Así, los primeros minutos de impaciencia en las butacas de los conciertos serán fácilmente superados y darán paso a momentos de diversión.

Ya desde los meses de gestación se aconseja la escucha de piezas de Mozart para que después, cuando los bebés se hayan separado de sus madres, les resulte más fácil reconocer al compositor que escuchaban antes de nacer y les evocará sentimientos de tranquilidad y protección.

La música de Mozart es sencilla, alegre, rítmica, nos contagia de optimismo. Nos dicen los expertos que favorece el desarrollo neuronal, potencia la creatividad y la imaginación de los niños. Podemos empezar a "alegrarnos" con la "Pequeña Serenata Nocturna", el "Rondó Alla Turca", la "Sonata nº 16 K545", el " Minueto del Divertimento nº 2 K229"... Los ejemplos son infinitos, al igual que el talento del compositor.

Los niños disfrutan bailando, moviéndose y exteriorizando toda la energía de la que son portadores por sus pocos años. Escuchar música clásica se puede compaginar con las actividades psicomotrices. Podemos sacarles a bailar al ritmo del vals de "la Bella durmiente" de Tchaikovsky y, mientras tanto, tarareamos la famosa cancioncilla "eres tú mi príncipe azul..."

Los niños disfrutan viendo imágenes. No sólo los niños, sino también los adultos nos quedamos pegados a la pantalla viendo las películas de dibujos animados en las que escuchamos preciosas piezas de música clásica.

En la película "Fantasía" de Walt Disney, la "Sinfonía Pastoral" de Beethoven acompaña una escena dedicada a los seres y criaturas de la mitología griega; las flores, hadas y setas bailan al ritmo del "Cascanueces" de Tchaikovsky; "La danza de las horas" de Ponchielli es coreografiada por avestruces, hipopótamos, elefantes y cocodrilos con un ballet cómico que termina en un estropicio; "La consagración de la primavera" de Stravinsky acompaña la escena del comienzo del cosmos, del sistema solar, del planeta Tierra y de la vida; y "el Aprendiz de brujo" de Paul Dukas, suena mientras vemos a Mickey Mouse con unos conocimientos de brujo muy limitados. Podemos afirmar que ¡la diversión está garantizada!

Todo el mundo tiene aptitudes para la música, para la comprensión y el disfrute y también para la interpretación. La música es un valor importante en la educación, puede hacernos mejores, superar nuestros problemas, cambiar nuestro estado de ánimo, potenciar el crecimiento y la inteligencia.


Revista Hacer Familia nº 231

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